Preámbulos, devaneos y farándulas

Viajar. Es como una adicción, una vez empiezas no puedes dejarlo, y según plantas la semilla ésta va echando raíces cada vez más y más profundas y lejos de disminuir, las ganas aumentan, y cada oportunidad que se presenta es aprovechada para salir y conocer algo distinto; no porque no me guste lo que tengo -que me encanta- si no porque también me encanta sentir otro lugares, otros mundos, otras culturas, estar en el camino… Viajar.

 

Así que un día lo decidí, tenía que echarme la mochila al hombro, calzarme las cholas y salir ahí afuera, patear el mundo, ver qué es lo que había en él para mí. Pero esta vez de verdad, no dos semanas; quería cambiar el chip, no irme de vacaciones.

Este viaje comienza en Argentina, para ir subiendo poco a poco, exprimiendo el continente americano a mi antojo; mi idea es hacerlo durante medio año y acabar llegando a Cuba, pero las ideas son muy volátiles, puede ser más o puede ser menos, puede ser Cuba o puede ser cualquier otro país… no hay prisa, tampoco planificación.
Latinoamérica creo que va a ser un comienzo, no algo puntual ya que espero que si se puede haya más viajes como éste, pero desde luego lo que será es un magnífico comienzo, ¡cuantísimas ganas le tengo desde que la pisara por primera vez! Aún recuerdo mis divagaciones aquella tarde en aquel vuelo regresando a Madrid, cuando le dije a mi hermano “algún día pienso volver a recorrer todo esto, de punta a punta”… Lástima que esta vez no me acompañes!

Así que éste es el pequeño arranque, el rodaje de este blog, que a partir de que salga a primeros de Noviembre y durante estos meses utilizaré como principal herramienta para escribir acerca de dónde estoy y qué es lo que he vivido; las mejores experiencias y las más dantescas penurias espero poder reflejarlas aquí.

Escribo este blog para que todo aquel al que le interese pueda hacer un seguimiento de por dónde ando -¿veis como no estaré tan perdido?-, aunque egoístamente hablando tengo que decir que escribo este blog sobre todo para mí, para plasmar en algún sitio todo lo que vaya viviendo y también para recordarlo más adelante porque esto, como todo lo bueno, se acaba.

Aunque eso sí, con suerte y ganas donde acaba uno empieza otro, ya que como diría Manolillo: “soy eterno viajero”.

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