DÍA 12 – Meteora, Ioaninna, Igoumenitsá, Corfú.


”Monasterios y trayectos”

Amanecemos a las 8:00, haciendo gala de nuestra fuerza de voluntad y dispuestos a recorrernos la ruta de los monasterios de Meteora. Ya la noche anterior podíamos apreciar, en la calle a los pies de nuestro alojamiento, un gran farallón que se elevaba amenazante entre la oscuridad por encima de nosotros, en los bordes del pueblo. Ahora a la luz del día se podía ver perfectamente, una mole imponente se alzaba, rodeada de muchas otras; es la peculiaridad geológica de esta zona, que combinada con la construcción de monasterios por parte de los monjes ortodoxos desde hace más de 5 siglos hacen de Meteora uno de los principales reclamos turísticos de Grecia.

El abuelo que nos alquiló la habitación resultó tener una chatarrería justo debajo de ésta, así que dejamos ahí nuestras mochilas, golpeando con ellas todos los cacharros de la tienda al pasar por el estrecho pasillo. Nos tomamos un frappe para desayunar y nos montamos en el bus de las 9:00 que nos dejaría en el monasterio más elevado de Meteora y también el principal: el Gran Meteoro o monasterio de la Metamorfosis. Pasamos un buen rato dentro, recorriendo todas sus estancias y museos, viendo los patios, disfrutando de los pocos turistas que todavía había a estas horas de la mañana… de hecho al salir ya había una riada de gente ascendiendo penosamente por las escaleras. Qué bien nos sienta madrugar!

Después del monasterio principal proseguimos la ruta, caminando poco a poco hacia abajo por la carretera y recorriendo a pie los varios kilómetros que nos llevarían de vuelta a Kalambaka. Durante el camino echamos unas buenas risas inmersos en nuestra estupidez (que es extensa y poderosa), y también visitamos otros dos monasterios, todos ellos bastante similares en cuanto a distribución aunque más pequeños. El último tramo, ya en Kastraki -pueblo a escasos kilómetros de Kalambaka-, decidimos probar a hacer autostop aun convencidos de que nadie nos pararía. Y cuál fue nuestra sorpresa cuando la primera furgoneta que pasó al levantar el dedo se paró y nos llevó hasta Kalambaka, que majo! Esa fue la recompensa por haber llevado a aquel abuelete que hacía autostop en Creta, estamos convencidos.
Ya en Kalambaka vamos a echar una cerveza al Koka Roka, en la parte superior del pueblo, para después bajar a un parque a hacer tiempo hasta que salga nuestro bus a Ioanina (16€) a las 15:00.

El bus hasta Ioaninna tarda 3 horas, atraviesa zonas muy verdes y las carreteras son muy malas. El paisaje sin embargo me sorprendió gratamente, pensaba que toda esta zona del interior de Grecia sería mucho más seca, pero al contrario está plagada de vegetación, montes y un verdor interesante. Al llegar, dimos una vuelta por Ioaninna durante algo más de una hora, haciendo tiempo hasta que saliera nuestro autobús a Igoumenitsa a las 20:00 (8€). Ioaninna nos dio la impresión de ser una ciudad bastante adinerada, en comparación con el resto de sitios que habíamos visto en Grecia hasta el momento. Igual fue impresión nuestra, pero los precios de las tiendas, bares, el tipo de comercios que había… nos daban la sensación de que el nivel de vida era un poco más alto que en otras partes del país. En este trayecto conocimos, aparte de un chaval chileno llamado Pablo con el que compartiríamos algún día de viaje, a tres chicos de Vitoria que serían nuestra némesis: cada uno por nuestro lado y teniendo itinerarios distintos todavía nos los encontraríamos 4 veces más entre Grecia, Italia y Eslovenia. Y al final acabaríamos con ellos de fiesta, por supuesto.

Nos volvemos a subir en un bus, esta vez dirección Igoumenitsá, y el recorrido son otras dos horas de carreteras bastante penosas en un terreno muy accidentado y verde con numerosos puertos de montaña. Menos mal que lo aderezamos con raki, risas, y más estupidez.
Llegamos a la ciudad portuaria a las 22:00, y teníamos noticias de que el último ferry a Corfú, nuestro siguiente destino, salía a esa misma hora. De todos modos echamos a correr hacia las taquillas del puerto para probar suerte y por una vez nos viene genial que la Lonely Planet se equivoque, el último es a las 22:30, no a las 22:00. Compramos los billetes y salimos hacia Corfú, haciéndonos colegas de Pablo, el chaval chileno antes mencionado.

A Corfú llegamos a las 00:00, y tras sopesar varias opciones acabamos yendo los 3 en taxi a un hostel llamado Sunrock, en Pelekas Beach, a unos 20 km de la capital Kerkyra. Las habitaciones esa primera noche no fueron gran cosa, pero el sitio merecía bastante la pena, tenían un rollo hippy autosuficiente con su huerta para los desayunos, cenas y demás…
Nos quedamos los tres de charla en la terraza, a unos metros de la bajada a la playa, con el sonido del mar y la agradable brisa de la noche de Corfú regado todo con unas cervezas, y más o menos a las 3 de la mañana nos fuimos a dormir.

PD: Que capítulo más serio me ha quedado, estoy preocupado… estaré madurando?

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