Berat

Berat

Berat, la ciudad de mil ventanas

 

Tras el recorrido por lo que hace 30 años fueron carreteras pero hoy parecen rocódromos (ver el post anterior acerca de Durrës y las carreteras de Albania) y muchas más horas de coche de las que Google nos sugería, llegamos al fin a Berat, que resulta ser un bonito pueblo de postal distribuido en varios barrios ubicados en laderas de pequeños montes, con el río Osum seccionándolo por la mitad. De hecho, Berat es uno de los pocos lugares de Albania que han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y también es considerado el pueblo más antiguo del país (los orígenes se remontan a antes de Cristo).

El pueblo es agradable, y se nota que es turístico, aunque parece turismo de interior, ya que no vemos mucho extranjero aquí. De hecho lo notamos en las miradas de la gente, se nota que somos de fuera y no están tan acostumbrados como en otros sitios.

La gente en Berat  por la tarde tiene un hobby: camina arriba y abajo, constantemente, por un amplio y arbolado paseo que atraviesa el centro del pueblo, con algunas terrazas y bares a un lado. Quizás sea porque es sábado, pero todo el mundo pasea y come pipas, en pequeños grupos, hablando; llegan al final del paseo y otra vez para atrás, pasean y comen pipas, arriba y abajo, venga a andar y andar. Curiosa forma de pasar la tarde del sábado, no sé quién va ganando ni cuántas vueltas le saca al último.

 

Hay una gran universidad en Berat, llama la atención el estilo arquitectónico, tiene un aire muy megalómano que desentona con la apacible arquitectura del pueblo, y parece no estar terminada de construir del todo por estas fechas. Nos paseamos por los jardines de alrededor e incluso nos conseguimos meter dentro a pesar de que ya es de noche, pero finalmente un guarda nos invita amablemente a irnos de allí.

Berat también tienen un castillo, o las ruinas de un castillo milenario, en lo alto de una colina. Aunque no queda mucho en pie o reconocible dentro del gran perímetro de la fortaleza, ésta bien merece darse una pequeña vuelta, sobre todo porque las vistas del pueblo desde arriba son espectaculares, con la gigantesca universidad destacando entre las casitas. En el pueblo hay varias mezquitas también, con sus puntiagudos minaretes sobresaliendo, y varios puentes que atraviesan el río.

 

 

ALOJAMIENTO

  • Nos alojamos en el Berat Backpackers, 10 € la cama en dormitorio, incluyendo el desayuno. La verdad es que el hostel nos gustó mucho; construido de forma escalonada, tiene bastante encanto y un patio interior en varios niveles con plantas y sitios para relajarse tranquilamente y buenas vistas del pueblo. También tiene una zona para acampar con tu tienda de campaña en el jardín, más barato. Lo único malo es que está en el barrio del otro lado del río y hay que andar un poco para llegar, teniendo en cuenta el tamaño del centro de Berat. Pero merece la pena.

 

 

En resumen, Berat es un gran sitio para pasar un día o dos y relajarse. Ambiente tranquilo, pueblo bonito, río… buena combinación. Y de Albania decir, como ya dije en la entrada de Tirana, que es el país que más me llamó la atención de este viaje, por inesperado y genuino, porque es en cierta manera un viaje al pasado, a las fronteras más lejanas en las que Europa se desdibuja, a un país que vivió en un hermetismo brutal hasta hace poco más de 20 años y en definitiva a un país en el que las cosas funcionan de otra manera, y aunque esa otra manera implique «mal» en muchos casos, eso merece la pena conocerlo.

Después de esto, vuelta a Macedonia: rumbo a Ohrid!

 

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