DÍA 11 – Atenas, Delfos y Kalambaka


“Buses y visitas fugaces”

Tras 4 miserables horas comienza a sonar el despertador… al menos esta vez tan sólo tenemos sueño. Nos dirigimos con nuestra somnolencia a la plaza Syntagma, desde donde nos han dicho que sale el bus 024 hacia la Terminal B. Llegamos tras una severa pateada con las mochilas y ante nuestro asombro nadie sabe nada del 024, así que perdemos 10 valiosos minutos preguntando por doquier a conductores de autobús, taquilleros, quiosqueros, niños, ancianos, perros y demás fauna y flora local hasta que al final un hombre nos dice que el bus para en una avenida al norte de la plaza… ¡no se suponía que paraba en la plaza?
Llegamos justo justo justo a tiempo a la parada de bus… para ver como el 024 se va delante de nuestras narices sin llegar a cogerlo. Media hora después pasa otro que nos deja en la Terminal B justo justo justo 15 minutos después de que saliera el autobús para Delfos que queríamos. El siguiente es dentro de 3 horas…

Después de esas 3 horas tirados, desayunando, jugando con palomas, haciendo el mono con el diábolo… (aburridos, vamos) nos montamos en nuestro bus a Delfos por 16€ y nos pegamos otras 3 horas más de viaje, esta vez las pasamos inconscientes, eso sí.

Llegamos a Delfos a las 13:30 y horror, el siguiente y único bus a Kalambaka (Meteora) sale a las 15:00… dentro de 1 hora y media! Y el próximo es a media mañana del día siguiente… estamos jodidos.
Pensamos rápidamente y optamos por el “plan punki”: Ver Delfos y volver antes de las 15:00 para coger el bus.
Ahora os podría hablar de Delfos largo y tendido, contar mil anécdotas que vivimos, relatar todo lo que apreciamos en cada piedra de cada templo, los miles de matices que sentimos, los exhaustivos análisis… pero sería mentira, os tendréis que conformar con saber que allí había antaño una adolescente drogada a la que todos hacían caso (una especie de Kurt Kobain en femenino, vamos) y de regalo esta completísima descripción de nuestra visita a Delfos:

– Salida a las 13:50 de la “estación” (era en realidad una tienda en la que vendían billetes), previa dejada de mochilas por 2€.
– 10 minutos de veloz caminata para cubrir el kilómetro que separa el pueblo de Delfos de las ruinas. Ya son las 14:00.
– Compra de 1 entrada al recinto por 6€. La otra gratuita gracias al carnet de universidad prestado.
– Subida hasta lo alto de las ruinas (donde está el estadio) en 40 minutos. Las 14:40.
– Bajada desde lo alto y sprint de vuelta a la estación, donde llegamos a las 14:55.
– Y nos sobra tiempo para comprar dos cervezas fresquitas por un trabajo bien hecho mientras esperamos al bus… agotados y exhaustos después de tantas horas de visita cultural, ya se estaba haciendo pesado Delfos.

Continuamos la marcha rumbo norte, y después de 5 horas, 2 transbordos, 16 euros menos, alguna hora parados en pueblos de mitad de Grecia, establecimientos cerrados por domingo y comidas a base de atún con tomate llegamos a las 20:15 a Trikala, pueblo de 50.000 hab. que está a media hora de Kalambaka. Según nuestra guía era un lugar agradable y animado para dormir.
El caso es que nos pusimos a buscar y nos costó encontrar alojamiento barato. Nos costó bastante. De hecho nos costó mucho encontrar alojamiento barato… De hecho NO HABÍA alojamiento barato. Por lo demás bastantes bares con terrazas, bastante gente joven en ellos y bastantes bakalas en coches tuneados montando escandalera por las calles a toda hostia… Bueno, más que bakalas, trikalas, decidido.

Viendo lo visto nos subimos en el bus de las 21:15 a Kalambaka, y media hora después estábamos bajando del mismo en una céntrica plaza del pueblo mientras un señor mayor nos ofrecía alojamiento a 5 minutos. Llevábamos idea de ir a un camping, por aquello de ahorrar, pero estaban todos fuera del pueblo, había que andar algún kilómetro y el abuelo nos dejaba la habitación doble por 40 euros… así que aceptamos. La habitación resultó ser posiblemente el sitio más limpio en el que habíamos dormido en todo el viaje, e incluso aprovechamos el lavabo y el balcón para lavar y tender algo de ropa. Después salimos, por aquello de conocer Kalambaka by night.

Nos metimos en un restaurante para griegos (nos costó algo entendernos) y nos cenamos cordero como para alimentar a una familia numerosa de orcos, incluidos tíos políticos. Después entramos en uno de los ostentosos garitos del pueblo a tomar algo entre los arregladísimos jóvenes locales. Realmente sí había ambiente en el pueblo, sólo que no era exactamente nuestro estilo. Acabamos en una terraza más normalita tomando unas birras y nos acostamos en condiciones aceptables a las 2:00 (hora estándar del viaje), había que levantarse pronto para ir a Meteora.

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