Los Yucatanes al sol

Bueno, antes de nada debo decir que este capítulo es un añadido que he hecho a posteriori de acabar el blog, para plasmar aquí un poquito de información acerca de Yucatán, ya que se quedó bastante sesgado al final porque cuando me propuse escribir acerca de ello ya estaba en Cuba, y los problemas para conseguir allí conexión a internet (y los precios!) son abundantes.

Pasamos cerca de 10 días en Yucatán, en pleno Julio y tragando mucho sol. Jamás mi piel había absorvido tanto sol como en estos últimos meses por Centroamérica, Mexico y Cuba, salvando contadas excepciones de sitios centroamericanos más frescos.

Yucatán tiene mucha fama. No tienes más que darte una vuelta por tu ciudad y ver las agencias de viaje salpicadas de carteles ofertando vuelos a precios más que razonables. Entonces lo que se te queda en la retina es eso: turismo de resorts, Cancún, pulserita, daikiri y hacer la croqueta en las orillas del Caribe. Y claro, no es muy tentador a priori, al menos para mí. Pero detrás de esa cortina de turismo festivo-familiar-relajante la realidad es que Yucatán es una región increible, con muchas cosas para hacer y ver.

Comenzamos en Tulum, después de otras chopocientas horas de viaje en bus desde San Cristobal de las Casas en Chiapas (último gran viaje en bus) llegamos agotados y acalorados a una calle que parecía una carretera, plagada de restaurantes, palmeras y locales de playa, como quien dice. En Tulum nos quedamos en unas cabañas junto a la playa un día, y posteriormente en un albergue en el pueblo propiamente dicho, que era más barato y no estábamos para excesos ya. Las ruinas son bonitas; muy pequeñas, pero el entorno en el que están enclavadas les dan un encanto particular, y las playas que hay en Tulum también son espectaculares.

Nos acercamos a Akumal a hacer snorkel viendo multitud de tortugas a escasos metros de la playa, buceamos en cenotes cercanos a Tulum, fuimos a visitar algún otro cenote distinto y nos fuimos hacia Ciudad del Carmén. A mí no me gustó mucho, tampoco pasamos mucho tiempo, por otro lado. De hecho fuimos exclusivamente a bucear, y después de hacerlo nos marchamos rumbo norte, hacia Cancún, o mejor dicho hacia Isla Mujeres.

La visita a Isla Mujeres sí merece la pena, allí echamos algunos días, relajándonos en las playas y yendo a ver al tiburón ballena teniendo la oportunidad de nadar junto a varios de ellos, un espectáculo tan caro como digno.

Y poco más… no fuimos a Chichen Itza, pese a su fama y su esplendor. Ya habíamos visitado bastantes ruinas mayas y Anna ya había estado, así que las obviamos. Desde Cancún volamos hacia La Habana, donde nos reuniríamos de nuevo con mi hermano, Elena y Laia, para acabar todos el viaje en tan magnífico país.

Todas las Fotos

 

Leave a reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *