Día 1 (Calero)
Comenzaré el diario el sábado, segundo día del viaje para la mayoría del grupo (os vais a hinchar, aun os quedan 29) pero primero para mi hermano y para mí. Y lo comenzaré contándoos un poco la previa que tuvimos mi hermano y yo el viernes:
Mientras todos estos cabrones disfrutaban en Moscú el viernes, mi hermano y yo sufríamos en nuestras sillas del curro en silencio las hemorroides. Pero finalmente también llegó nuestro turno, y la espera merecía la pena pues volábamos gratis Madrid – Moscú. El vuelo salía a las 23:00 y llegaba allí el sábado a las 6:00 hora local (4 horas de vuelo + 3 horas de diferencia horaria).
Pero al llegar al aeropuerto nos encontramos la desagradable sorpresa que siempre pende sobre nuestra cabeza cual espada de Damocles: el vuelo estaba lleno. Es lo malo de los billetes Free…
Tras debatir, esperar, anhelar y agonizar, el majísimo comandante permitió que voláramos en transportín, que para el que no lo sepa son las comodísimas sillas reclinables de la tripulación, en la parte trasera del avión. Total que pasamos el vuelo ambos con la resaca de la noche del jueves (las despedidas siempre acabaron pudiendo más que nosotros), levantándonos y sentándonos cada 10 minutos para que sacaran los cajones de comida, etc… esa fue nuestra noche de sueño, una auténtica basura.
Ahora centrémonos. El sábado llegamos a Moscú las 6:00 de la mañana y entre mochilas, documentaciones, encontrar el bus que nos llevaba a una estación de metro de la periferia, coger el metro con los malditos carteles escritos con letras del Tetris, perdernos en el susodicho metro y tardar media hora en encontrar el maldito albergue sin señalización ninguna, nos dieron cerca de las 9:00 hasta que llegamos al Godzilla’s, el albergue en cuestión.
Al fin nos reuníamos los nueve, éstos ya estaban despiertos, cálido recibimiento, nos esperaba un viaje de 15000 km juntos. Solo nos faltaba decidir quien era Frodo.
Nos informaron del notición: por ahora no teníamos billetes de Transiberiano (salíamos al día siguiente): precios desorbitados y desde el albergue Katia no había conseguido nada aun. Salimos a desayunar con contundencia y hablar de las opciones que teníamos y regresamos al albergue. Finalmente Katia nos consiguió los billetes Moscú – Irkustk por 7900 rublos (225 €) cada uno, impresionante! En taquilla nos pedían 10000 rublos!
Nos dedicamos pues a ver la ciudad, fuimos de nuevo a la Plaza Roja, visitamos el interior de San Basilio, que me pareció mucho mas pequeña de lo esperado pero igualmente preciosa. El mausoleo de Lenin y el Kremlin nos lo saltamos por diversidad en las opiniones. Fuimos también a las galerías GUM, echamos una cerveza, y después fuimos caminando pasando por el monumento al soldado desconocido hasta la calle Arbat, donde comimos en un sitio con estética de vacas llamado “Mumu”. Proseguimos el paseo y acabamos haciendo ruta por las estaciones de Metro más destacables, puede que viéramos unas 15, y la verdad es que no he visto metro como el de Moscú, simplemente espectacular.
Tras el éxodo por el metro (yo estaba totalmente destruido por el cansancio) regresamos a la Plaza Roja, y disfrutamos del espectáculo de verla de noche.
Cenamos algo rápido allí cerca y echamos a andar con la intención de buscar algún garito donde tomar un buen vodka ruso (sin duda solución a todos nuestros males).
Recorrimos las calles Tverskaya Ul, Strastnoy Boulevard, Petrovskiy Boulevard… sin ningún éxito.
El ambiente de Moscú era demasiado selecto para nosotros y no nos apetecía tener que pasar por delante de los armarios empotrados para entrar en un bar a echar una cerveza, así que regresamos al albergue, comprando antes vodka y cervezas.
Allí nos quedamos, en la sala común, con un francés al que no le dejabamos leer y se unió a nosotros, y finalmente nos acostamos calentitos después de varias cervezas y media botella de vodka a chupitazos.
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