Valparaíso

Aquí ando otra vez! Ahora mismo estoy en Santiago de Chile, alojado en casa de unos gallegos que estudian aquí y que conocí ayer, pero dejaré ese capítulo para otro día…

El pasado domingo partimos desde Buenos Aires hacia Mendoza, 13 horas en un autobús que, como casi todos los de Argentina y Chile, debería ser la envidia de cualquier compañía europea de autobuses. Ahí SÍ que se puede descansar! Hablando ya de Mendoza, la ciudad en sí no tiene gran cosa, es la típica ciudad cuadriculada con poco o nada que visitar. Hicimos una visita a bodegas de vino en las afueras -Mendoza es el principal productor de vino del país- y paseamos por la ciudad y por su gigantesco y bonito parque Santa Lucía donde, por cierto, vimos a una señora muerta. De hecho lo mejor del día creo que fue el bifé de chorizo (chuletón, para que se entienda) que nos hicimos en la parrilla de la terraza del hostel y que nos costó 2 euros cada pieza…

Valparaíso es otro cantar. Es una ciudad maravillosa, llena de encanto, aunque para llegar hasta ella tuvimos un largo día de autobús pues había huelga de aduaneros en el paso Libertadores, la frontera entre Chile y Argentina, y estuvimos muchas horas negociando con aduaneros y con los camioneros que bloquearon el paso con sus camiones. Hubo incluso algunos momentos de tensión pero finalmente todo se solucionó pacificamente y pudimos continuar.

Vimos el Aconcagua, por cierto, ya que la carretera pasa junto a él muy cerca. En la terraza del hostel llegué incluso, en uno de mis delirios de grandeza, a sopesar la idea de quedarme y subirlo, jejeje… la idea fue rapidamente sustituida por una cerveza.

Pero volvamos a Valparaíso. Es una excelente ciudad de artistas con coloreadas casas esparcidas por sus innumerables cerros, lo que le da ese aspecto tan pintoresco, y es un gustazo perderse entre ellos y visitar lugares como la Sebastiana -una de las casas de Pablo Neruda-, pasear en barca por su bahía o subir por sus ascensores de casi un siglo de antigüedad a los distintos cerros y miradores. En resumen, es pecado venir hasta Santiago y no acercarse a Valparaíso.

Y nada, como decía al principio ahora estoy en la capital chilena en casa de unos gallegos, después de que ayer se fueran ya de regreso a España David y Silvia, mis compañeros de viaje durante casi una semana. Ayer fue una noche de esas «intensas», estuve por Bellavista -el barrio bohemio- con los gallegos y amigos suyos chilenos, peruanos, ecuatorianos y mexicanos, un buen crisol, vamos. Y ahora me voy a seguir pateando la capital, yo y mi ligero dolor de cabeza… Por ahora me está gustando la ciudad, más de lo que esperaba, de hecho.

Saludos desde Chile y mil gracias por leerme, por vuestros comentarios y por los consejos que recibo!

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