VARANASI

Varanasi, India en estado puro

Varanasi, Benarés. Si una ciudad puede ejemplificar la esencia de la India sin duda esa es Varanasi. Caótica, bañada por el Ganges, esta ciudad sagrada es una de las más antigua de la humanidad y según los historiadores puede datar de hace unos 4000 años. Una intrincada red de callejuelas salpican la ciudad en la parte en la que toca el gran río sagrado y todos los ghats se despliegan a lo largo de su orilla, es la mejor parte de la ciudad para mí.

Ghats a lo largo del Ganges, Varanasi
Ceremonia en el Ganges al anochecer, Varanasi
Callejuelas de Varanasi

El calor y la humedad hacen que no pares de sudar, caminas paso a paso entre el laberinto cercano a los ghats y acabas dando con una calle con tráfico rodado en la que los humanos transitan como lemmings, sin tregua. Juraría que a cualquier hora del día aquí no hay ni un respiro, ni un hueco, una infinita cadencia de vehículos convierte el caluroso ambiente de la ciudad en una cacofonía de bocinas y la polución se suma al sudor de tu cuerpo como un buen protector solar.

Puedes llegar a odiar Varanasi. La gente te implorará, te venderá, te preguntará, te ofrecerá, te pondrá al límite. Montarás es un rickshaw que te llevará a otra parte de la ciudad, y en cualquier momento, durante el trayecto, inmerso en medio del caos, extrañamente te invadirá una gran sensación de paz, te arrebujarás cómodo contra el sucio asiento del rickshaw, mirarás hacia afuera y pensarás «me encanta esta ciudad y este país». Puedes llegar a amar Varanasi.

Precisamente por eso es la esencia de la India, porque se ponen de manifiesto todas esas sensaciones que te invaden a lo largo del país. Dicen que la India la amas o la odias. Difiero. La India la amas y la odias. Hay momentos en que deseas meterte en una burbuja y aislarte del resto del mundo, de los millones de indios y de la polución y el ruido. Otros, sin embargo, asoma a tu cara una sonrisa y te das cuenta de que estás viviendo; esa extraña sensación que te golpea a veces cuando viajas: simplemente sentir que estás viviendo, sentirte más vivo que nunca. Y es algo que casi siempre olvidamos cuando estamos inmersos en el ciclo de monotonías y rutinas en que hemos convertido nuestras vidas.

Si te das un paseo por los ghats verás que en Varanasi la vida y la muerte van de la mano, conviven en armonía. En un crematorio a orillas del Ganges verás cuerpos humanos ardiendo en piras funerarias, o familiares arrojando algún miembro sobrante de la cremación al río, ese gran río sagrado en el que tu ciclo de reencarnaciones por fin acaba. Y todo esto a los occidentales nos choca, shock cultural que se suele decir, hace tiempo que eliminamos la muerte de nuestras vidas, como se esconde el polvo debajo de la alfombra con la escoba. En la India se le mira a la cara, imposible no hacerlo.
Orillas del Ganges, Varanasi
Señora de las flores, Varanasi

Tráfico, polución, vacas todopoderosas, estrechas callejuelas, vendedores, guías, ghats, muerte, ceremonias al atardecer… Benarés es un atentado a los sentidos, a todos ellos (el olfato uno de los más destacados), imposible faltar a la cita con esta ciudad. Una única recomendación: que no sea la primera, mejor hacer la toma de contacto en otro lugar algo menos intenso.

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