Día 2 – Atenas


“Miles de años de historia nos contemplan (bajo un sol de justicia)”

9:00 a.m. Comienza a sonar el despertador, maldita sea.
Nos levantamos con la firme intención de patearnos Atenas. Objetivo: Acrópolis y Ágora. Por la tarde nos deberíamos acercar al Pireo -el puerto de Atenas, a 30 minutos de la capital- para comprar unos billetes de ferry para el día siguiente.

Bajamos callejeando desde el albergue, viendo como la ciudad ya ha despertado hace alguna hora, sus calles inundadas de comercios, el bullicio de gente que yendo y viniendo comienza su mañana… coincide además que la zona que atravesamos es una zona de pequeñas y modestas tiendas y mercados.

Llegamos al Plaka, antiguo barrio turco de la ciudad, y desayunamos algo, tirados a la sombra del Ágora Romano junto al metro de Monastiraki; desde ahí comenzamos la ascensión de la Acrópolis, el mítico monte ateniense. La parte del Plaka que trepa por las faldas del monte es bonita: estrechas callejuelas serpenteantes y pequeñas casas pintorescas.

Accedemos a la Acrópolis desde su cara norte y recorremos todo lo recorrible del complejo durante unas 3 horas.
Qué voy a decir de la Acrópolis? No lo que hay, para eso ya está internet y las guías de viajes, pero sí mi impresión al menos: Me gustó bastante, pero no me fascinó. Quizás me falte ser un verdadero amante de la arqueología, de la historia antigua, de la Grecia Clásica… Pero es un sitio que ha de visitarse, desde luego, es la cumbre del mundo griego y una vez arriba es inevitable hacer un pequeño viaje en el tiempo e imaginarte allí hace casi 2500 años, haciendo eso que tanto nos gusta que es imaginar otros mundos y realidades.
Eso sí, preparad 12 euros por la entrada completa. Caro teniendo en cuenta la reconstrucción, el andamiaje y el estado en general de todo el conjunto. Lo bueno es que con carnet de estudiante (aunque sea prestado, como en mi caso) es gratis; es la gran ventaja en Grecia, los estudiantes no pagan NADA en muchos de los recintos arqueológicos.

Tras la visita a la Acrópolis nos tiramos un rato en un parque del centro con unas cervezas, el calor es sofocante. Aprovechamos para descansar una hora o algo más tumbados en un césped a la sombra.

Llegada la hora de comer (más bien el hambre) nos sentamos en una terraza a comer algo de comida rápida a un precio bastante asequible, mientras vemos el trasiego de griegos pasar por las calles peatonales en las que está la terraza, parece una zona bastante comercial.

Tras comer seguimos dando paseos por las calles atenienses y antes de ir al Pireo hacemos una visita al Ágora, donde pasamos cerca de otras 2 horas recorriéndolo.

Nos plantamos en el Pireo a media tarde y descubrimos con horror que los ferrys que queríamos coger van hasta arriba, no hay billetes. Pero tras buscar, debatir y analizar encontramos una alternativa: salir en ferry a Mykonos desde el otro puerto de Atenas Rafina-, que está más lejos pero llega antes a Mykonos por estar en la costa Este, además de ser más barato.
Genial, no? Arreglado, 20 euros por cabeza hasta Mykonos, el ferry sale mañana a las 7:35.

Volvemos a Atenas y pasamos un rato en el parque Pedion Areos, al norte del monte Licabeto, luego nos damos una rápida ducha en el albergue y salimos por Psiri, la zona más turística de la fiesta Ateniense. No nos gusta: sitios muy fashion, mucho guiri, gente muy arreglada y precios desorbitados, así que regresamos a lo seguro, nuevamente a Exarhia, donde estuvimos la noche anterior, volviendo con nuestros queridos yonkis del parque y nuestro folk americano…

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