”De una ruta en coche, comidas locales y suites de lujo”
Llegamos prontito a Heraklion -algo antes de las 7:00- habiendo dormido más que estupendamente en la cubierta del ferry (esta vez sin ironías). Nada más llegar y con las legañas aún en la cara nos fuimos a la estación de autobuses y compramos un billete para el primer bus que saliera hacia el oeste de la isla, a Hania. Fueron 19€ i/v, de 7:30 a 10:15… casi 3 horazas. Demonios, acostumbrados a Santorini y Mykonos esto resultaba ser bastante más grande… va a ser verdad que nos quedamos cortos de tiempo, y eso que tenemos algo menos de 3 días. También va a ser verdad que necesitas 1 semana para recorrer Creta…
Llegamos a Hania a la hora prevista, bajamos embutidos con las mochilas desde la estación hasta el centro y comenzamos la ardua tarea de buscar alojamiento… albergues no había en todo el pueblo, todo eran pequeñas Guest House con encanto en pleno casco antiguo de estilo veneciano… preguntamos precios, vemos habitaciones, recorremos pequeñas callejuelas… y tanto encanto tenían que nada bajaba de los 60 euros por habitación doble, así que convocamos el gabinete de crisis: vamos a una terraza a tomarnos una cerveza mientras pensamos qué hacemos.
Con la cerveza y un contundente desayuno encima lo vemos todo mucho más claro, por supuesto. Partamos de necesidades y premisas:
– Qué queríamos hacer en el Oeste de Creta? Ver Hania y la Garganta de Samaria (parque natural situado a 1 hora u hora y media hacia el sur).
– Cuanto tiempo teníamos para todo ello? 1 día y medio.
– Dormir? Buah, como si dormimos dentro de una papelera! Pero que sea barato, eso sí.
– Y Hania?? Pues hay que verlo, por supuesto, pero con las mochilas y el calor que hace (mucho y muy húmedo) lo van a ver Rickie Rouse y el Pato Monald.
– Espera espera…. EUREKA! Alquilamos un coche –siempre y cuando sea barato-, dejamos las mochilas en el maletero, vemos Hania, y cuando nos saturemos cogemos el coche y emigramos hacia el sur, como los patos, que ya dormiremos en el coche cerca de Samaria y temprano por la mañana nos recorremos la garganta.
No hay nada como pensar! Gracias, cerveza!
El coche, tras 4 o 5 intentos en distintas agencias, acabó siendo un Skoda Fabia por 40 euros -el más pequeño que había-, mucho más barato que el alojamiento en Hania, dónde va a parar!
Echamos los mochilones al maletero y nos fuimos al centro nuevamente, el cual estuvimos recorriendo durante alguna hora. El pueblo era bonito, sobre todo la parte del puerto y las callejuelas que lo rodean, todo con un marcado estilo veneciano, aunque eso sí, se respiraba un aire bastante pijillo.
Tras ver Hania comenzamos camino hacia Samaria en nuestro bólido, vamos parando en pequeños pueblos que se encuentran en la ruta (recuerdo una pobre chica a la que empapamos con el coche al pasar por un gigantesco charco sin darnos cuenta), pueblos como Fournes, Meskla, Lakkli u Omalos. En este último paramos a comer, bastante tardecito, todo platos típicos de la región… que gran idea, sí señor, nos cubrimos de gloria esta vez… la comida constó de queso (decente), mousaka (sabrosa), vino local (infumable) y unos frutos avinagrados que parecían ajos y que no servían ni para que el Equipo A hiciera explosivos con ellos… aun recuerdo al camarero expectante a que comiéramos uno y la cara de Durán al probarlo… – it’s good-, decía -it’s good-, para poner cara de aberración suprema nada más marcharse el otro… yo comí varios, y cuando mi estómago encendió las alarmas y mi paladar me dio un ultimatum reuní varias de esas pelotas del mal en una servilleta y arrojé el proyectil lo más lejos posible… y aunque no os lo creáis, no explotó! Se llamaba “brobi” o algo asi, dicho sea de paso… Por lo menos salió barata la comida…
Ya por la tarde nos dimos otra vuelta en coche por la región, echamos algo de gasolina, Durán estuvo andurreando por unas colinas con molinos de viento muy quijotescamente, y finalmente nos fuimos al parking de la entrada del parque natural de Samaria a perroflautear un poco y acostarnos prontito en los coches (22:00) ya que a la mañana siguiente nos levantaríamos a las 6:30 para entrar al parque según lo abrieran; teníamos el tiempo justo para volver en bus desde Hania a Heraklion y total, estábamos solos en mitad de la nada, no había nada más que hacer.
Segundo día consecutivo acostándonos serenos! Inaudito!
Eso sí, el coche era el sumum de la comodidad…
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