Irkutsk

Toma de contacto con Irkutsk

Día 6 (Cris)

Después de 88 horas transiberiando llegamos a Irkutsk. Tras la foto de despedida con Valentina, la prioridad es conseguir billetes para el siguiente trayecto: IrkutskUlan Bator. No lo conseguimos exactamente para el día que teníamos previsto pero tampoco nos trastoca los planes en exceso.

Una vez resuelto esto nos encaminamos hacia el centro. En el albergue de Moscú pillamos una tarjeta de un albergue de Irkutsk, el “Irkutsk Downtown Hostel”, con un plano esquemático para llegar a él y eso es lo que hacemos o lo que intentamos. El camino real es más largo de lo que imaginábamos (percepción de distancias alterada por el efecto mochila a la espalda). Cuando intuimos que ya estamos cerca decidimos quedarnos un grupo con las mochilas y el resto localizarlo y averiguar si hay sitio. Tenemos buenas ideas, pero ya comenté que la organización no era uno de nuestro puntos fuertes: un grupo nos quedamos esperando, sí, pero el grupo que va en busca del albergue, todavía no entiendo porqué, se va con las mochilas. Resultado obtenido por la expedición ‘búsqueda de albergue con mochilas’: no hay sitio en el albergue

Pero no está todo perdido: hay una casa reservada por unos coreanos donde caben 8 personas (quien dice 8 dice 9, ¿no?) pero si a una hora concreta los coreanos no han dado señales de vida, entonces nos la podemos quedar. En caso contrario, desde el propio albergue nos ofrecen un apartamento para cuatro (¿cinco?), dos más recolocados en otro lado y dos en el albergue, o algo así.

Organizamos una nueva expedición para ir a hablar con la mujer de la casa reservada por los coreanos: resulta que de 8 (9) nada, que ya tiene la casa medio ocupada (y eso sin contar a los coreanos) y que para hoy, 4 o 5 y que para la noche siguiente sí que entramos todos con la condición de que nos marchemos a las 8.30 porque le entra gente nueva y tiene que limpiar. Mientras esperamos a que sea la hora de que nos confirmen si tenemos la casa o no, establecemos campamento base en la puerta de un banco –campamento que será desalojado a la fuerza- y un grupo pateamos algo de Irkutsk en busca de otras alternativas. El resto del grupo está encargado de interceptar a los coreanos en caso necesario

Al final conseguimos la casa y cinco de nosotros nos instalamos en ella (la compartimos con unos franceses que se piden exclusividad en el baño mañana por la mañana; como hemos llegado los últimos, a tragar) y los otros cuatro se van al apartamento. A mi personalmente la casa me encanta: es la típica casa rusa de madera hecha polvo pero por dentro está cuidada. La dueña, Galina, está medio loca, pero a su manera es maja.

Caravan, Lyon y yo nos instalamos en la habitación de los niños. Tenemos de todo: cunita, peluches matainsectos (¿verdad, Caravan?) y cuentos con bonitos caracteres cirílicos, para leer antes de dormir.

El albergue vale 500 rublos por noche (15 euros), creo que con desayuno (eso pone en la tarjeta). En la casa pagamos 600 (18 euros), con desayuno a cargo de Galina, que resultará ser una máquina de hacer blinis. Como estos alojamientos alternativos los conseguimos a través del albergue, podemos utilizar Internet (de pago), nos guardan las mochilas el último día y, importante en Rusia, se encargan de hacernos el registro, que en Moscú, con la movida de conseguir los billetes del transi y nuestra salida algo precipitada, no tuvimos tiempo. Si no recuerdo mal el registro son 300 rublos.

Ya instalados cada grupo en su alojamiento, nos volvemos a juntar todos y buscamos un sitio para comer. Después de dar unas cuantas vueltas nos acabamos metiendo en una especie de carpa azul, como una tienda de campaña gigante, donde solo tienen carta en ruso (¡bendito diccionario!) y donde nos ponen algo así como el “Caribe Mix Rusia

Después de comer vamos a ducharnos, que buena falta nos hace, y a descansar un rato. Quedamos más tarde, con deberes pendientes: necesitamos conseguir un ordenador con Internet para ver como andan nuestras gestiones con Mongolia y con el Tibet. Tenemos algún imprevisto y la verdad es que dedicamos bastante tiempo de los días de Irkutsk a solucionarlo. Al final se nos ha hecho hora de cenar. Cenamos en una pizzeria 24 horas y volvemos dando una vuelta porque todavía no hemos podido ver nada, pero rapidito, porqué ¡Galina nos ha puesto hora! (el rollo es que los dichosos franceses tienen las llaves de la casa y cuando lleguemos nosotros nos tiene que abrir ella; mañana ya tendremos llaves).

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