Kathmandú

Saliendo de Asia

Día 28 (Javi)

Nos levantamos tarde, tan tarde que Lyon y yo nos pasamos el desayuno. Los demás si que han aprovechado sus desayunos y me los encuentro en el Hall del Hotel (Lyon sigue durmiendo), esperando que pare de llover para decidirse a salir. Resulta que ha estado toda la noche diluviando, vaya mierda. Tenemos que ir a recoger las últimas compras, así que me enfundo el chubasquero y nos desperdigamos todos tratando de apurar hasta el final, cada loco con su tema. Yo tengo que recoger unos pantalones que me han hecho a medida, así que me doy prisa, y a medio camino veo toda la calle inundada, con 2 palmos de agua. Pienso en rodearla pero la otra calle está peor, así que le pregunto a uno como puedo llegar al otro lado y me hace señas para que coja un rickshaw. Así que allá voy, total la cuestión es no mojarse y recorrer los 100 metros que distan hasta mi tienda, coger los pantalones, dar media vuelta, parar a pillar las camisetas en otra tienda y volver a la zona seca. Vaya aventurilla, era todo un caos, y un tráfico de coches y rickshaws que taponaban casi todas las calles. Al volver al hotel, cuento las rupias que me quedan y me las fundo exactas en varias cosillas para dejarme las 1365 necesarias para las taxas de aeropuerto, que se pagan para salir del país.

Después de ultimar las compras, nos reunimos en el hotel para acabar de hacer las mochilas e intentar meter todas las cosas que habíamos comprado. Joder, mi mochila había engordado unos 6 kilos, y eso que ya me había fundido toda la comida del principio xDD. Algunos incluso tienen que comprar bolsas aparte, jeje. Abajo nos espera el Pahari, para “aclarar” supuestamente las cuentas. Lo sabía, la cagaron en Lhasa y el descuento que nos hicieron fue un error. Pero le doy largas haciéndome el sueco y le digo que se aclare con los de la otra agencia. Al final, no con buena cara, nos llevan al aeropuerto en medio de un caos en el que tardamos en llegar más de lo esperado. Vamos justos de tiempo, nos despedimos y le agradecemos los servicios “prestados” (vaya peloteo, jajaj, leer en tono irónico) y nos metemos en la terminal del aeropuerto, pagamos las tasas de salida del país y nos hacen facturar directamente a Londres. Vaya tela, llegarían allí nuestras cosas y todos nuestros regalitos? xDD

Después de esto, ya cuando vamos a embarcar, pasamos hasta 2 controles, 2 cacheos y 2 registros, uno de ellos en la misma pista antes de subir al avión. Algo insólito, no lo había visto en mi vida, un aeropuerto de mierda como aquel tenía más medidas de seguridad que ni en la mismísima Londres.

Para nuestra sorpresa resulta que nuestros asientos son de 1ª clase . Vaya mochileros! El caso es que eran los billetes más baratos que encontramos para volar a Delhi. Las azafatas muy monas todas ellas, nos traen la carta con el menú. Joder, vaya lujo, 3 platos de diseño a elegir, vino reserva francés y australiano, champagne, todo tipo de revistas y periódicos…Qué lujazo! vaya pijerío por dios. Me estaba partiendo de la situación, con nuestras pintas allí, al lado de hombres trajeados. La comida no está mal y repetimos todo lo que podemos. Tenía que haber cogido la Carta con el menú para que viérais los platos delicatessen que servían. En hora y cuarto nos plantábamos en Delhi, en la cercana India. Adiós Nepal, o debería decir un “hasta luego”.

Una vez en el aeropuerto de Delhi, adelantamos el reloj 15 minutos (cosas de las diferencias horarias entre países), son casi las 4. Un supervisor nos toma nota y nos conduce a la sala de tránsito donde pasaremos las próximas 22 horas. Vaya tortura, pero nos lo tomamos con calma ya que después de hacer un transiberiano esto no es nada. Mientras, nos instalamos lo más cómodamente y luego vamos a inspeccionar cada rincón de esta sala, de aproximadamente el tamaño de un polideportivo. Intentamos colarnos en la sala VIP pero no es posible, somos 9 y canta mucho, así que nada, a matar el tiempo, y qué mejor manera que jugar a las cartas, y sobre todo, al Continental, el juego del viaje. Tenemos tanto tiempo que nos da por llegar a la ronda de las 4 escaleras, todo un récord. Después de una partida de 2 horas, algunos se ponen a escribir el diario, otros a escuchar música o a leer, k_lero a jugar con su diábolo… o hacer cualquier otra cosa que signifique estar ocupado. La verdad es que sólo nos faltaba el albornoz y las zapatillas de estar por casa, para sentirnos totalmente integrados xD. Algunos van cayendo en sueños. Más tarde, sobre las 10, otra partidita al Continental, donde nos dan las 12 pasadas, momento en el que aprovechamos para intentar dormir lo mejor posible en las butacas del aeropuerto. Al día siguiente llegaríamos a Europa.

 

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