“Ruinas visitando ruinas”
Primera resaca del viaje! He olvidado decir que yo soy muy de resacas (sí, además de algo borracho, estúpido)… menos mal que me acompañaba mi amigo el ibuprofeno, que nunca me falla.
Si os habéis fijado en las contraindicaciones de las botellas de alcohol, por detrás pone con letra chiquitita: “Ojo: no mezclar con visita a ruinas bajo el mismo calor que grados de alcohol contenga esta botella”, pero nosotros creíamos estar por encima del bien y del mal así que nos vestimos, nos montamos en el bus a la capital, y allí cogemos el último ferry (a las 12:00) a Delos, con la solanera de la muerte.
Antes, en el supermercado de fuera del camping, habíamos comprado unas monstruosas latas de comida… No se si lo he mencionado antes pero comprar latas en Grecia sale carísimo, alucinábamos con los precios de los supermercados y también con la calidad… tanto que nos comenzábamos a plantear muy seriamente comprar comida de gato… no podría ser mucho peor.
Pero hablemos de Delos! Esta pequeña y árida isla cercana a Mykonos, para quien no lo sepa, se trata de una de las islas más sagradas de toda Grecia. La mitología reza que emergió como isla flotante hasta que el mismísimo Zeus la ató al fondo del mar para que en ella nacieran Apolo y Artemisa, y de hecho el culto predominante en la isla a lo largo de los siglos fue para con Apolo.
Tanto es el carácter sagrado de esta isla que en el siglo V a.C. los Griegos promulgaron un decreto mediante el cual a partir de entonces nadie podría nacer ni morir en ella, ahí es nada.
Incluso el nombre de “Islas Cícladas” le venía dado al archipielago por formar un círculo alrededor de la sagrada isla de Delos.
Y allí que aparecimos nosotros, pamperipuestos -eso me lo he inventado- caminando por Delos arriba y abajo, haciéndonos el itinerario marcado por carteles con estacas y luego desviándonos de él intrépidamente y adentrándonos salvajemente por nuestra cuenta en las milenarias ruinas cual Livingstone llegando a las cataratas Victoria… (el tono irónico es debido a que la gente no se salía del recorrido marcado ni a tiros, como si hubiera minas antipersona fuera de él).
Realmente el complejo de ruinas se visita rápido; no es excesivamente grande, su estado de conservación no es muy bueno y el sol hace que misteriosamente aceleres el paso. Tanto es así que en menos de 3 horas habíamos visto todo el conjunto (museo inclusive) y regresábamos al barco a las 15:30 para volver a Mykonos.
Lo más destacable eran los famosos leones de Delos: una colección de estatuas de leones bastante deterioradas que se encontraban en el museo (había unas réplicas exactas en las ruinas, en su lugar original).
En Mykonos de nuevo, fuimos a comprar billetes de ferry para el día siguiente. Queríamos ir a otras islas como Ios o Naxos (con queso) pero resultó imposible, estaba todo lleno. Así que decidimos que iríamos a Santorini directamente y luego a Creta. Hasta el momento dudábamos entre ir a Creta y Corfú o ir al Peloponeso, pero dado que sólo íbamos a poder ver dos de las Cícladas decidimos elegir la “ruta de las islas” frente a la otra más continental.
Y no os podríais ni imaginar lo que hicimos después…
Efectivamente, compramos otra botella de vino de litro y medio y nos fuimos a nuestra Paradise Beach hasta las 20:00. Nos echamos una mini-siesta (o lo intentamos) y tras una ducha salimos hacia el pueblo con intención de quemar Mykonos por la noche. Hoy iba al Paradise Cave (el discotecón de la isla) a pinchar Benny Benassi, que a Duran le gustaba, pero el tema de que la entrada costara 30€ hizo que nos decantáramos más por cantar por soleares nosotros en la calle y bailar unas rumbas…
Cenamos con los sempiternos kebabs (costaban alrededor de 2€) y estuvimos de bareo por Mykonos… ciertamente puedo hablar de esa noche como una de las dos noches de todo el viaje que peor hemos acabado, se nos fue yendo de las manos poco a poco, poco a poco… entramos en un garito con un pianista gay que era un auténtico crack y tocaba todo lo que le dijeras (no seáis malpensados, cerdos!), nosotros le pedimos la Pantera Rosa. Recuerdo también otro garito llamado Scandinavian Bar, luego otro que tenía dos plantas… y cubata tras cubata fuimos perdiendo el norte –y la economía- porque ninguno recordamos muy bien los sitios en los que estuvimos… solo sé que a muy altas horas íbamos a entrar al Space de cabeza pero Durán se empeño en comer algo y ahí nos frenamos un poco, acabando tirados en nuestro camping amaneciendo… en fin, lo que vienen a ser “lagunas”, como en Ruidera…
PD: El motivo de que veáis tantísimas fotos de estos DOS PESAOS es que el maldito Durán no hacía más que decirme «pero por qué tiras fotos a las cosas?? para eso te las bajas de internet! Que salga gente, que salga gente!!«, así que es lo que hay…
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