Palacio de Verano

Palacio de Verano, una joya en Beijing

Día 16 (Javi)

Hoy nos vamos al Palacio de Verano. Pero antes tenemos que ir a cambiar pasta, y comprobamos in situ lo embarazoso que es cambiar euros en un banco, donde no tenían ni papa de inglés. Después del papeleo cogemos unos taxis en grupos de 3, que por 35 yuanes nos dejan en la entrada del Palacio, que está a las afueras de la ciudad y es la opción más rápida para ir.

Al entrar todo es tan grande que nos dividimos en 2 grupos, y empezamos a ver más y más templos. El conjunto resulta ser impresionante, con largos caminos y un enorme lago en medio del parque –Palacio.

Bueno, si queréis saber más sobre el palacio de verano, os dejo esto que lo explica mejor:

«El Palacio de Verano (Chino: Yí Hé Yuán, Jardín de la Salud y la Armonía) es un jardín situado a unos 12 kilómetros del centro de Pekín, y desde 1998 está considerado como Patrimonio de la Humanidad

El Palacio está situado en medio de un extenso parque de casi 300 hectáreas, a orillas del lago Kunming. Fue originariamente construido en el año 1750 por el emperador Quianlong. En 1860 el Palacio fue prácticamente destruido por las fuerzas franco-británicas. Fue restaurado y embellecido por la emperatriz Cixi en el año 1899. La emperatriz lo utilizó como su residencia temporal a partir de 1901 y fue la sede del Gobierno hasta 1908.

La mayoría de los edificios que forman el Palacio están situados entre el lago Kunming y la Colina de la Longevidad Milenaria.

Una de las obras destacadas es el Gran Corredor, un pasillo techado de más de 750 metros de largo. La emperatriz ordenó construir este corredor para poder moverse por el Palacio sin preocuparse por las inclemencias meteorológicas. El techo del corredor está decorado con más de 14.000 pinturas con escenas sobre la historia de China. En la mitad del corredor se encuentra la Pagoda del Buda Fragante, construida en la Colina de la Longevidad Milenaria.

En la Sala Yulan del Palacio de Verano estuvo recluido durante más de 10 años el emperador Guangxu, nieto de Cixi, después de protagonizar un intento de reforma 1898 que no fue del agrado de su abuela. No se le permitía ningún contacto con el exterior y las ventanas y puertas de la sala estaban selladas. Sólo tenía acceso a un pequeño patio interior.

También destaca el Barco de Mármol. La nave original estaba construida con mármol y cristal (actualmente, una gran parte del barco es de madera) y era utilizado por Cixi para celebrar sus fiestas. La construcción de este barco se financió con el presupuesto destinado a renovar la Marina. El pueblo chino lo considera como un símbolo de la corrupción.

Finalmente destacar el Puente de los Diecisiete Arcos, situado muy cerca de la isla de Nanhu, en el lago Kunming. Tiene una extensión de 150 metros y ancho de ochos metros. Está decorado con 540 leones esculpidos en diferentes posturas. El puente es una réplica del puente Marco Polo situado a unos 15 kilómetros al sudoeste de Pekín.»

Lo que más nos impresiona es el gran templo, situado en lo alto de una colina, es enorme, de 6-7 plantas, con una decoración exquisita y donde puedes hacerte una idea de las dimensiones de todo el recinto, con unas vistas increíbles sobre el lago.

Al bajar, hacemos un alto para comer y probamos unas salchichas dulzonas típicas que vendían clavadas en un palo, y que a mí particularmente me gustaron bastante. Luego seguimos paseando por el largo corredor, el barco de mármol, el puente de piedra…

Como guiris que somos, nos resulta cuando menos curioso que a veces nos pidan no que les hagamos fotos a ellos, sino que nos las hagamos con ellos, como si fuéramos famosillos. La verdad es que nos llama mucho la atención, tenemos nuestro pequeño momento de gloria, y como no, hacemos el paripé. La verdad que el parque es increíble, nos aconsejaron que el Palacio de Verano es lo último que se ha de ver, porque si fuera lo primero lo demás ya te sabe a menos. Y tienen toda la razón. Seguimos con largos paseos entre islitas unidas por puentes arqueados alucinantes. Para dar la vuelta se necesita más de una hora, y a mitad de camino cogemos una barca que cruza parte del lago hasta el puente de los 17 arcos. Seguimos paseando, y nos vamos a descansar a un hermoso jardín, lleno de casitas y un estanque de flores de loto. Esto parece el paraíso.
Después de pasar casi todo el día, y no es para menos, conseguimos que un taxi-furgoneta ilegal nos lleve al centro por unos 100 yuanes todos. Tal como llegamos, nos vamos a cenar a un lujoso restaurante chino donde nos ponemos las botas probando un poco de todo. La clave está en que cuantos más platos diferentes pidas, más posibilidades tienes de acertar, jejeje. Es pura lógica, porque como te toque un plato picante la has cagado pero bien. Y nada, allí como buenos españoles, a guarrear de plato en plato, menos mal que la mesa era de esas giratorias.

Al salir de cenar, nos vamos otra vez a la “calle de las compras”, donde algunos nos sentimos de nuevo abducidos por comprar y comprar. Y más tarde, las birras de rigor y de vuelta al hotel, en lo que parece ser la última noche en Pekín

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