El Pantanal Brasileño y mi buena estrella

He vuelto a la civilización! Bueno, estoy en Bolivia, así que que en mayor o menor medida puedo decir eso, y por ahora me encanta este país! He tenido un comienzo bastante intenso, la verdad, pero lo cuento mejor al final…

Antes de venir he pasado casi 4 días en el Pantanal, en el oeste de Brasil. Lo vi bien, barato, accesible y con buena comunicación con la frontera boliviana así que no podía dejar pasar la oportunidad de acercarme a esta maravilla natural. Por supuesto, allí estuve aislado de teléfono, internet, etc… En verdad lo agradecí.

El Pantanal es el mayor humedal del mundo, es una enorme extensión de Brasil (y parte de Bolivia y Paraguay) con muchísima riqueza y biodiversidad animal y vegetal, de hecho uno de los más importantes del planeta, y aunque normalmente en estas fechas la gran mayor parte del territorio está anegado por el agua, este año no; la lluvia no se está dejando ver tanto por aquí y en mi caso he pasado 4 días con un sol de justicia, llegando incluso a los 45 grados. Además los mosquitos atacaban duro e incluso podría decir que, si me pagaran por ello, mi profesión sería exterminarlos; no podéis ni imaginar con qué sádico placer iba acabando uno por uno con ellos… pese a todo el balance es negativo para mí, me habré llevado medio centenar de picotazos en estos 4 días.

Y no he parado en todo este tiempo! He visto multitud de aves, monos, caimanes (a 30 metros de nuestro camping había muchísimos), insectos, más mamíferos, plantas… he montado a caballo, he dado paseos en barca, he hecho trekings por el pantanal, he atravesado pantanos con agua y barro hasta las rodillas para ver animales, he comido termitas, he probado remedios naturales para diversas cosas, he pescado y comido pirañas, he alimentado a los caimanes con ellas, he visto rayos C brillar cerca de la Puerta de Tannh… no, esto último es de una película, pero me estaba poniendo ya muy pedante y había que romper el hielo.

Y bueno, ahí quedó el Pantanal. Después de eso, me junté con dos chicas (una inglesa y otra holandesa) ya que eramos los únicos tres del grupo que íbamos para Bolivia tras nuestros días en el Pantanal, y juntos nos encaminamos a la frontera.

La cruzamos ayer por la tarde. Estábamos en Quijarro, el pueblo fronterizo, y cuando fuimos a coger el ‘tren de la muerte’ del que hablaba el otro día resultó no haber tickets hasta el domingo! Terrible… al ser una opción económica se agotan muy rápido, así que decidimos irnos en el último bus del día, que llegaba esta mañana a Santa Cruz (Bolivia). Pero al comprar el ticket en la estación (impresionante la estación, por cierto) unos 10 minutos antes de que saliera el bus me di cuenta con horror de que había perdido el pasaporte… Sí, efectivamente, había perdido ‘lo-que-nunca-se-debe-perder’. Bueno, la verdad es que no me lo tomé mal y les dije a las chicas que se fueran que yo me quedaba, a ver si sonaba la flauta y lo encontraba, de lo contrario tenía un día para pensar, pero desde luego no me podía ir sin pasaporte.

Removí cielo, tierra y medio pueblo, pregunté a todos y busqué por el suelo de la calle y más de media hora después, cerca de la frontera, encontré a un taxista que lo había recogido en el suelo, se me cayó al ir a montarme en el taxi que nos llevó desde la frontera a la estación de tren… salvado por la campana. Pero aún hay mas, llegué 3 cuartos de hora después de la hora de salida del bus y aún no había salido! Así que final féliz, las chicas alucinaban con mi suerte, yo también. Alguién me dijo hace poco que tengo ‘buena estrella’, y me gustó. Quizás sea cierto.

En fin, ahora continúo por Bolivia. Estoy en Santa Cruz, no se donde iré mañana y si seguiré con las dos chicas -quieren continuar para Potosí- o me quedaré algún día por los alrededores. No quiero ir con prisa; aquí nadie la tiene, por qué iba a tenerla yo?

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